Así, sacan un montón de dinero a ancianas dispuestas a invertir en ellos, pero planean quedarse con todo, estrenando el peor musical de todos los tiempos, Primavera para Hitler, que en principio recibirá malas críticas y nadie querrá ver. Pues una artimañana parecida han puesto en práctica los actuales ejecutivos de Warner. Quizás hayan contratado un seguro ventajoso que les dote a todos de un pastizal en el caso de que la centenaria compañía se vaya al garete. Sólo así se entiende cómo actúa la casa en los últimos tiempos, en los que ha pasado de productora a destructora.
La primera en la frente: los jefazos de Warner se pelearon con Christopher Nolan, el niño mimado del cine de autor y la única persona en el mundo capaz de hacer que la gente se ponga a debatir sobre física cuántica en la cola del cine. ¿El motivo? Durante el annus horribilis de la pandemia, Warner estrenó películas en HBO Max y en cines a la vez, lo que a Nolan le pareció tan buena idea como meter los pies en cemento fresco. El director se llevó su batín de genio atormentado y sus guiones kilométricos a Universal, donde rodó Oppenheimer, que no solo arrasó en taquilla, sino que se llevó siete Oscars. Warner, mientras, se quedó con un palmo de narices
Pero la fiesta del despropósito no acabó ahí. Siguiente plato del menú: Batgirl. Protagonizada por Leslie Grace, J.K. Simmons, Michael Keaton y Brendan Fraser, nada menos. Se gastaron la friolera de 90 millones de dólares (yo algunos meses no gano eso). Resultado: tras unas pruebas con público que no entusiasmaron, Warner decidió que la mejor estrategia era… ¡tirarla a la basura! Ni estreno, ni streaming, ni nada. Directamente al limbo, donde descansa junto a los calcetines perdidos en la lavadora y el sentido del gusto de algunos influencers. Si alguien entiende esto, que me lo explique con dibujos.
El colmo del surrealismo llegó con Jurado Nº2, extraordinario film de Clint Eastwood. A ver, si tienes en nómina a un señor que ha hecho más películas buenas que tú cafés en un lunes, lo mínimo es confiar en él. Pero no. Warner decidió estrenarla en un puñado de salas, sin promoción y sin amor, como quien deja una tapa de ensaladilla en la mesa y se larga. Y no hicieron promoción de la misma de cara a los Oscar, cuando en una temporada regulinchi, algo habría sacado. Al parecer, los jefes están convencidos de que siendo una gloria de antaño, hoy en día tito Clint no interesa al público, pero desde que llegó a la plataforma ocupa el número 1 de las películas más vistas. Misterio digno de Iker Jiménez.
Warmer también suspendió por completo el estreno de la ya rodada Coyote vs Acme, cinta de imagen real, protagonizada por los Looney Tunes, populares personajes de la factoría, pues tampoco confía en que hoy en día estos personajes, que forman parte de la cultura pop, logren el favor del gran público. Pero el colmo ha llegado esta semana cuando una pequeña distribuidora, Imagen digital, me ofrece el visionado de El día en que la tierra explotó: una película de los Looney Tunes, que recupera en animación tradicional a Porky y el Pato Lucas. Al parecer, de ésta no han borrado todas las copias, sino que han vendido su distribución a diferentes empresas de todo el mundo. Jack Warner, fundador de la empresa, se está removiendo en su tumba.
Porque, sorpresa: la peli es desternillante. Un festín de gags, golpes, explosiones y leyes de la física ignoradas con alegría. Vamos, el espíritu clásico de los Looney Tunes en estado puro. La animación es tradicional, como mandan los cánones, con algún toque de CGI que ni se nota. Dos momentos brillan con luz propia: el inicio, que nos cuenta la infancia de Porky y Lucas, y un montaje loco en el que prueban diferentes trabajos y siempre acaban despedidos (normal, porque si eres un pato con problemas de ira, lo de la atención al cliente no es tu fuerte). Además, rinde homenaje a clásicos de la ciencia ficción como El enigma de otro mundo y La invasión de los ultracuerpos. Vamos, que encima tiene referencias cinéfilas para que los culturetas puedan fardar. Tan buena que cuando acabó me puse a cantar aquello de “Lástima que terminó, el Festival de hoy”.
Peter Browngardt, que ya había trabajado con estos personajes en Looney Tunes Cartoons, ha sabido modernizar sin destrozar. Hay más diversidad en los personajes secundarios y Petunia tiene un papel relevante, pero sin perder la esencia gamberra y absurda que hizo legendarios a estos personajes. Vamos, que encantará a los nostálgicos y enganchará a los peques. ¿Cuándo se estrena? El 7 de marzo. Apuntadlo, que al final lo que menos merece la pena es lo único que Warner sí se esfuerza en esconder.
