En la tercera temporada de El Juego del Calamar, todo termina con una batalla emocional y física entre los últimos participantes. Gi-hun (el protagonista, jugador 456) se enfrenta a Myung-gi, un jugador desesperado que está dispuesto a matar incluso a un bebé (la hija de la fallecida Jugadora 222) para ganar el dinero. Después de una pelea intensa, Gi-hun logra vencer a Myung-gi, que cae al vacío. Sin embargo, en un giro dramático, Gi-hun toma la decisión más impactante: se sacrifica lanzándose desde la plataforma para que el bebé sea declarado ganador y sobreviva.
Este acto heroico cambia todo. Durante toda la temporada, vimos cómo Gi-hun luchaba contra la crueldad del juego y la deshumanización que este provocaba. Sus últimas palabras, “Somos seres humanos”, resumen su mensaje: la bondad y la moral pueden vencer a la codicia.
¿Qué Pasa con el Dinero?
El Front Man (In-ho), el líder del juego, queda profundamente afectado por el sacrificio de Gi-hun. Ya no cree que todos los humanos sean egoístas, así que ordena destruir la isla y acabar con los juegos. Además, decide proteger al bebé ganador y le entrega el dinero a Jun-ho (su hermano y ex-policía), para que lo críe.
Pero In-ho no se queda ahí. Seis meses después, viaja a Los Ángeles para buscar a la hija de Gi-hun y entregarle una caja con las pertenencias de su padre, incluyendo su chándal del juego y una tarjeta con todo el dinero que Gi-hun ganó en la primera temporada.
Por otro lado, No-eul (interpretada por Park Gyu-young), una guardia que decide rebelarse contra el sistema, arriesga su vida para ayudar al jugador Gyeong-seok (Lee Jin-uk) a escapar. Para lograrlo, falsifica documentos y borra su rastro al destruir archivos clave, permitiéndole huir de la isla.
Justo cuando estaba al borde del suicidio, esta mujer norcoreana recupera la esperanza al presenciar el sacrificio final de Gi-hun, lo que le inspira a seguir adelante. Aprovechando el caos de la evacuación, se mezcla entre los demás y consigue escapar.
Medio año más tarde, No-eul localiza a Gyeong-seok, que vive en paz junto a su hija en un parque de atracciones, sin saber que fue ella quien lo salvó. No-eul habla con ellos y le regala una piruleta a la niña, pero no dice quién es.
Poco después, recibe una llamada misteriosa: alguien cree haber visto a su hija desaparecida en China. Aunque la pista es vaga, No-eul decide emprender el viaje con la esperanza de encontrarla y recuperar lo que perdió. En el aeropuerto está también una señora que recibe a un chaval, el hermano de Sae-byeok (una de las protagonistas más recordadas de la primera temporada de El Juego del Calamar. Antes de que ésta muriera (convaleciente porque le había caído encima un enorme trozo de cristal, murió apuñalada). El jugador 456 la había prometido que reuniría al chico con su madre, y finalmente esto ha sucedido.
El Cameo de Cate Blanchett y el Spin-off
En una escena sorpresa, vemos a Cate Blanchett en un callejón de Los Ángeles, vestida de traje negro, jugando al ddakji (el juego de papel que usaban para reclutar jugadores). Esto confirma que el juego no ha terminado, solo se ha trasladado a EE.UU., preparando el terreno para un spin-off estadounidense producido por Netflix y dirigido por David Fincher.
Aunque Gi-hun muere, su sacrificio logra dos cosas:
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Salva al bebé y rompe el ciclo de violencia del juego.
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Hace que In-ho (Front Man) cambie y cierre los juegos en Corea.
Pero la aparición de Cate Blanchett nos recuerda que la explotación y la crueldad continúan en otra parte del mundo. La serie termina con una mezcla de esperanza y advertencia: la humanidad puede vencer, pero el sistema siempre busca nuevas víctimas.
