Siempre que le veía en pantalla acordaba del escritor británico de novelas serias, de espías, de crisis existenciales…O sea, tú buscas “Graham Greene” en Google, y lo mismo te sale un señor con plumas en la cabeza que un señor con una copa de whisky escribiendo sobre el vacío existencial. ¡Dos por uno!
Lo de los nombres repetidos en los famosos es tremendo.
Está Michael Jordan, el de baloncesto, y Michael B. Jordan, el actor. El pobre tuvo que ponerse la B para que no lo confundieran. Como diciendo:
—Eh, yo no meto canastas, yo hago de Creed.
—Ya, pero con esos abdominales también podrías meter un triple.Y luego está Steve McQueen. El actor mítico de los 60… y el director de cine británico contemporáneo.
Uno hacía persecuciones en coches, el otro gana Óscars con dramas sociales. Imagínate la confusión:
—Vamos a ver la nueva de Steve McQueen.
—¿De persecuciones?
—No, de esclavitud.
—¡Vaya bajón!En fin, que hay famosos que parecen creados sólo para fastidiar al buscador de Google.
Al final van a tener que hacer como en el colegio, que si había dos Josés les llamaban “José el alto” y “José gafas”.
Pues eso:
—Graham Greene, el de las novelas.
—Graham Greene, el de los lobos.
Y a correr.
