Ahora tenemos inteligencia artificial corrigiendo acentos. Qué maravilla. Porque cuando pienso en las películas de la Segunda Guerra Mundial, lo primero que quiero es que los acentos sean impecables. Que si un soldado nazi dice “halt”, suene perfectamente germánico, porque si no, la experiencia no es la misma.
Pero volvamos a Adrien Brody. Ya imagino la escena: él, frente al micrófono, con todo su drama, su emoción, interpretando a un arquitecto húngaro que sobrevivió al Holocausto, en The Brutalist. Y luego llega un algoritmo y dice:
– Mmm… perdón, Adrien, pero esa “sz” no sonó muy autóctona. Déjame arreglarlo.
Claro que sí, inteligencia artificial.Tú arréglalo, porque Adrien Brody ganó un Oscar por El pianista, pero tú ganaste… no sé, ¿un diploma en programación de MIT?
Y ojo, esto plantea preguntas importantes: ¿hasta dónde vamos a llegar con esto? Porque si el húngaro de Adrien Brody necesita IA, entonces, ¿qué sigue? ¿Vamos a usar inteligencia artificial para que Vin Diesel suene menos como un camión de carga cuando habla? ¿O para que Nicolas Cage deje de gritar en todas las escenas?
No quiero que se me malinterprete, entiendo el esfuerzo. Hablamos de una lengua compleja como el húngaro, que tiene más acentos y reglas gramaticales que una clase de álgebra avanzada. Pero, sinceramente, ¿era necesario? Si hasta los propios húngaros se equivocan a veces. Estoy seguro de que Adrien Brody hizo lo mejor que pudo. Pero claro, Hollywood no perdona. Imagino a los productores diciendo:
– ¡Esto no suena a Budapest! ¡Esto suena a Bucarest! ¡Corrijan eso ya!
Lo más irónico es que dicen que usaron Respeecher, un software que ajusta voces, y que también lo usaron en otra película para arreglar el español de Selena Gomez. No funcionó. A esta última ni la inteligencia artificial pudo salvarla.
Además, en The Brutalist, usaron IA no solo para el húngaro de Adrien Brody, sino también para diseñar edificios. Edificios. O sea, no solo tenemos un arquitecto húngaro generado por IA, sino que también sus obras maestras arquitectónicas vienen de un robot. Es como si en lugar de Gaudí tuviéramos a Siri diseñando la Sagrada Familia.
Al final, la pregunta es: ¿deberíamos permitir que la inteligencia artificial haga todo esto? Porque si seguimos así, un día nos vamos a enterar de que Meryl Streep ganó otro Oscar y resultará que ni siquiera fue ella, sino un deepfake actuando en su lugar. Por otro lado sería estúpido que no le dieran la estatuilla a Adrien Brody por esta chorrada, por mucho que comentan que le va a quitar puntos…
