Después de todo, Ridley Scott había retomado sus viejos éxitos en sus precuelas de Alien, el octavo pasajero, con opiniones divididas (él opina que son geniales, los demás pensamos que son un peñazo). Pero, ¡sorpresa!, Gladiator II demuestra que regresar a la arena valía el esfuerzo. A sus 86 años, Scott entrega un espectáculo épico y trepidante, aunque, claro, el carisma de Russell Crowe es un arma que ni el mejor forjador romano podría replicar. Aun así, esta secuela logra estar a la altura de la original, manteniendo un ritmo intenso y épico que nos arrastra de principio a fin como si estuviéramos en una cuadriga desbocada.
Gladiator II es cine con mayúsculas, una mezcla de honor, redención y mucha acción que nos devuelve la emoción del cine de aventuras de antaño.Técnicamente, la película es impecable. Desde los grandes planos de las batallas hasta los enfrentamientos cara a cara, cada escena está cuidada al detalle. La ambientación es tan lograda que casi huele a Roma antigua (o, bueno, al Coliseo después de un día de combates). El elenco es otro punto fuerte, con Paul Mescal dando la talla en el rol protagonista. No será Crowe, pero se enfrenta al reto con grandeza. Además, las incorporaciones de Pedro Pascal como el general Acacius y Denzel Washington como Macrinus son como oro romano: le dan brillo a esta historia de honor y supervivencia en la arena. Por cierto, Paul Mescal y Pedro Pascal. Sólo con decir sus nombres, ya siento que me he liado. ¿Es Paul Pascal? ¿O Pedro Mescal? Estoy a un paso de pedirle al mesero una ronda de tequila Pedro Pascales con limón y sal.
Seguro que habrá quien se queje de los anacronismos y errores históricos. Pero, ¡vamos!, esto es una película de aventuras, no una conferencia de historia antigua. Aquí no importa tanto la precisión de los hechos como el hecho de que nos sumerjan en una Roma brutal y vibrante. Así que mejor soltarse y disfrutar.
De hecho, creo que tras las críticas de historiadores a Napoleón, por su falta de rigurosidad histórica, el propio Ridley se chotea de ellos, en una secuencia (no es broma) en la que un noble romano lee el periódico… ¡mientras toma café! Al parecer, a algún académico ya le ha dado un parraque.
Como si el próximo paso fuera verle sacando el móvil para pedir un Uber romano. Si alguien avisara a Ridley que faltaban unos 1,500 años para el café y el periódico… seguro que se muere de risa.
Ridley sabe que su cine no es para eruditos con lupa. Es para los que van al cine a ver espadas, a ver a los malos recibir su merecido y, sobre todo, a ver a los héroes volverse leyendas con una música épica de fondo, aunque lleven unas Nike romanas mientras pelean.
¡Ave, Gladiator II! Los que vamos al cine para entretenernos te saludan.