Hemos tenido la suerte de que presentara su peli en el Festival Educacine, organizado por Decine21. El tío, majísimo, la verdad, se hizo un selfie conmigo.
Ojo al marketing! C. Tangana te vende un disco como si estuvieras comprando un bolso de Gucci.
‘El Madrileño no es un álbum, es una experiencia.’ Claro, yo me lo pongo fregando los platos y me siento como si estuviera en un tablao, con espuma de Fairy en las manos y queriendo llamar a Rosalía para pedirle perdón por lo que sea.
Y hablando de Rosalía… Vamos a ser claros: su ruptura fue la guerra fría de la música urbana. Nosotros pensando que era amor eterno y, de repente, Tangana saca ‘Tú me dejaste de querer.’ ¡Pero si parecía que el título del tema era un mensaje directo a ella! Y Rosalía responde con ‘Malamente.’ O sea, estos dos no rompieron: ¡hicieron un álbum de reproches cada uno! ¿Quién necesita terapia cuando puedes tirar indirectas en Spotify?
C Tangana es como un Cupido millennial, pero con flechas en forma de guitarras flamencas.
Y hablando del flamenco, ¿cómo logró meter a Niño de Elche y a Kiko Veneno en el mismo disco sin que eso acabe en un combate Pokémon de estilos? Porque tú escuchas a Kiko diciendo ‘Me maten, me maten’ y luego entra Niño de Elche con su grito existencial y piensas: ‘¡Esto no es una canción, es un exorcismo!’ Pero luego le mete una base de reguetón y dices: ‘Ah, bueno, entonces bailamos, pero con trauma’.
En fin, C. Tangana no es un artista: es una religión. Y si no me creéis, poneros Demasiadas Mujeres y veréis cómo os dan ganas de ir a una iglesia a confesar pecados que ni habéis cometido. Es el único hombre que puede cantar algo que te hace llorar, bailar y mandar un mensaje de WhatsApp que empieza con ‘yo sé que es tarde, pero…’. Eso, amigos, no es música. Eso es brujería contemporánea.