Pero no es la única celebridad de Hollywood con nombre gastronómico. ¿Rodará alguna vez una película con John “Cena”? Si se juntan con Kevin Bacon, podrían filmar una secuela de La gran comilona. Ya sería la bomba si la dirige Neil Burger, o Nacho Vigalondo, que siempre invita a nachos, o George A. Romero, que le hubiera proporcionado aroma a la cosa en vida. Por supuesto, la estrenarían en Apple TV+.
Nos proporcionaría verduras a cascoporro Paz de la Huerta. Por su parte, Sean Bean tiene apellido de judía, por lo que cada vez que le mencionan me viene a la cabeza la imagen de una rica fabada asturiana. Quienes prefieran paella le podían haber pedido al arroz a la ya difunta Anne Rice, creadora de Entrevista con el vampiro, a ver si vuelve algún día de la tumba como Lestat. El ágape lo aderezaríamos con limon, cortesía de Jack Lemmon. Por supuesto, se encargaría de cocinar Kirsten Dunst, cuyo apellido significa “rehogar”.
Si alguien se queda con hambre puede hacerse un sandwich de jamón, a ver si nos lo trae el mismísmo Jon Hamm. Por encima pondríamos una rebanada de queso brie, que nos aportaría Brie Larson. Cuentan que le gustaban tanto los huevos Benedict a la madre de Benedict Cumberbatch, que no pudo evitar ponerle ese nombre a su retoño.
De los postres podía ocuparse Halle Berry, cuyo apellido nos hace pensar en deliciosas “bayas”, o haríamos unas galletitas con jengibre en honor de Ginger (“Jenjibre”) Rogers. Aunque imagino que la reina de las galletas será Rachael Leigh Cook.
En fin, qué pena que Alec Guinnes haya fallecido, pues podría añadir unas cervezuelas para remojar tantas viandas. Qué pena no poder verle ya en pantalla con una pinta en la mano.